nos sorberán el corazón hasta la última lágrima |
Pánico en el cibercafé.
Abrí la pantalla en el cibercafé: alguien había dejado sin borrar el siguiente mensaje:
"No puedo más, siempre vuelvo a ellas.
Las 90 teclas (las he contado) como lenguas de serpiente me han inoculado un veneno.
Abrí la pantalla en el cibercafé: alguien había dejado sin borrar el siguiente mensaje:
"No puedo más, siempre vuelvo a ellas.
Las 90 teclas (las he contado) como lenguas de serpiente me han inoculado un veneno.
Tecleo desesperadamente.
Creo que no lo podré resistir ni un día más.
Pienso que nos han engañado, que nos han preparado para sustituirnos el cerebro
Para cambiarnos el corazón.
¿Será un chip?
Me temo que mañana correrá sílice por nuestras venas.
Ven a verme.
Pasa la noche conmigo, ahora que aún podemos"
Miré a alrededor para ver si descubría quién me había precedido en ese ordenador. Sólo encontré un paisaje de adolescentes conectados por USB a la realidad...
Tecleé algo sin sentido.
Creo que no lo podré resistir ni un día más.
Pienso que nos han engañado, que nos han preparado para sustituirnos el cerebro
Para cambiarnos el corazón.
¿Será un chip?
Me temo que mañana correrá sílice por nuestras venas.
Ven a verme.
Pasa la noche conmigo, ahora que aún podemos"
Miré a alrededor para ver si descubría quién me había precedido en ese ordenador. Sólo encontré un paisaje de adolescentes conectados por USB a la realidad...
Tecleé algo sin sentido.
Sequé la última lágrima de mi mejilla.
La última.
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